Festival Flamenco de Madrid. Gala Inaugural: Con M de Mujer.

 

Cante: María Vargas, Tía Juana la del Pipa, Montse Cortés, Encarna Anillo, María Terremoto, La Shica, Maoui, Maite Maya, María La Coneja, Rocío Bazán, María Mezcle, Aurora Losada y Naike Ponce.

Toque: Jony Jiménez, Luismi Manzano y Pituquete.

Piano: Pablo Rubén Maldonado.

Maestro de ceremonia: Enrique Pantoja.

Guión y dirección: Ángel Rojas.

Sala: Centro Cultural de la Villa / Teatro Fernán Gómez.

Espectadores: 600 (aprox.).

Miércoles 16 de Mayo de 2018.

VIOLETAS CON CASPA.  

¿Es posible que alguien haya cobrado por escribir los aproximadamente dos folios que dan continuidad al espectáculo?. ¿No se ha encontrado una manera menos casposa y regresiva de homenajear a la mujer flamenca?. ¿No había forma de establecer como iconos del Madrid flamenco, desde una perspectiva de sexo, otros personajes más vinculados a la expresión flamenca que La Violetera o Lola Flores?.

Todas estas preguntas ponen en el punto de mira, por un lado, a un bailaor, Ángel Rojas, director del evento –término que quien esto firma se tiene prohibido a sí mismo, pero que en este caso viene como anillo al dedo-, cuyo concepto de contenido y estética nos hacen dudar seriamente de su capacitación para las gestiones de guión y dirección de este Festival. Y, por otro lado, apuntan hacia un ayuntamiento cuya inexistente Concejalía de Cultura patina constantemente en un imposible encuentro entre lo que se propugna y lo que se programa. Y es que, como suele pasar, las buenas intenciones no bastan.

Entre otras cosas, para combatir el machismo como una de las consecuencias más repugnantes del abuso de poder, no es preciso imponer la perspectiva de género y la inclusión positiva a golpe de martillo. La importancia histórica de la mujer en el flamenco, como se sabe, es decisiva, y si se quiere vincular este hecho con la capital del estado, podrían haberse escogido una multipilicidad de motivos, en los que aquí no vamos a entrar. Son los organizadores, que para eso están al frente, quienes deben pensarlo y desarrollarlo.

Porque el cante y el baile flamenco no sería lo que es sin las aportaciones de Merced La Serneta, de Pastora Pavón, de Pastora Imperio, de Carmen Amaya, de Fernanda de Utrera y de Carmen Linares. De la misma manera que quedaría cojo sin las representantes de las diferentes generaciones y escuelas que integran el elenco del espectáculo diseñado para la ocasión.

Pero insistimos, poca justicia hace al cante jondo desaprovechar una nómina artística tan variada como incoherente en el contexto de una propuesta que, uniendo el tópico y el típico más reaccionario, no duda en reivindicar, en una mezcla imposible, a Lola Flores y a Violeta Parra; a Pemán y a lo yeyé. Todo ello transitando desde las bulerías por soleá más doloridas de Tía Juana y María Terremoto (atención a María¡¡: ya es una de las voces jerezanas más importantes) hasta el flamenquito de La Shica y Naike, muy acogedor para disfrutarlo tomando un gintonic en un chiriguito al aire libre de Vejer a las dos de la noche, pero impropio de un festival que se precie. Desde el aire personal de La Coneja y Mayte Maya y la veteranía de María Vargas, hasta el desencuentro forzado entre un piano desprovisto de compás y la voz en el cante por caracoles de Rocío Bazán con el acompañamiento de Maldonado.  Desde la cita ya tan tópica chaconiana sobre el Madrid de la Corte hasta la semblanza cómica de Enrique Pantoja rememorando a Chiquito de la Calzada. Desde el buen hacer de María Mezcle por seguiriyas hasta la evocación que ninguno entendimos de Violeta Parra en la espléndida voz gaditana de Encarnita Anillo. Líbrenos Undebé de poner en duda la grandeza musical y personal de la cantante chilena, pero en este caso no encontramos nexo entre una cosa y otra. Igual que en la introducción inicial de Maldonado al piano, sobre los compases del mencionado cuplé violetero del maestro Padilla que popularizase Sara Montiel. Muy bonita, sin embargo, todo hay que decirlo, la obertura por tangos, con el mismo cuplé a modo de estribillo, con que nos obsequiaron las cantaoras a la apertura de telón.

El público –tres cuartos largos de sala- generoso en exceso, como viene siendo habitual en estas citas. Al final, todo el mundo contento: nadie quemó la sala y todos aplaudimos la intervención de las artistas.

Manuel Torres (colección Carlos Martín Ballester) y actuación de José Mijita

Presentación de la obra. 428 páginas + 2 CDs con un total de 49 cortes (Madrid 2018).

Cante en directo:                  JOSÉ MIJITA

Toque:                       DOMINGO RUBICHI

Presentación:     Carlos Martín Ballester y José Manuel Gamboa

Sala:                          OFF-LATINA

Jueves 26 de abril de 2018

ERAN LOS DÍAS SEÑALAÍTOS…  

No ha defraudado la expectación surgida ante la esperada publicación del segundo volumen de la Colección Carlos Martín Ballester, cuyo titular es, a su vez, presidente y principal impulsor de Círculo Flamenco de Madrid. La obra –MANUEL TORRES (Madrid 2018)- no sólo responde a la expectativa creada, sino que se convierte -y creo que no nos equivocamos mucho- en uno de los trabajos más fundamentales de la reciente bibliografía flamenca. Tras el volumen dedicado a Antonio Chacón (Madrid 2016), que competía directamente con la magna biografía chaconiana de Blas Vega (Vida y cante de don Antonio Chacón, Madrid 1986), éste, de Torre, necesariamente eclipsa los trabajos publicados hasta la fecha en base a la figura del cantaor Manuel Soto Leyton (Soto Loreto según biografías anteriores) (Jerez 1880 – Sevilla 1933).

En primer lugar, los autores recuperan el primitivo nombre artístico del cantaor como se escribía en programas, prensa y grabaciones de la época: Manuel Torres, y no Torre, como ha pasado a la historia de la tradición flamenca. Discutible o no, en función de ésto último, así queda en el libro y está debidamente argumentado.

Por otro lado, la estructura narrativa de la obra se nos antoja idónea para adentrarse en el conocimiento de nuestro cantaor. Como parece que va constituir la seña de identidad de la Colección, el volumen diferencia muy bien los diversos capítulos y ángulos de enfoque del personaje. Lo que posibilita el acceso de la obra a muy distintos sectores de público potencial: el aficionado incipiente, el aficionado profesional, el especialista y todo tipo de espectador transversal interesado por la música y la cultura en general. Manuel Torre, como todos sabemos, es uno de los pilares –junto con Silverio Franconetti, Chacón, los hermanos Tomás y Pastora Pavón, Antonio Mairena y Manolo Caracol- de todo el cante actual.

Enlazando con ello, justo es citar la introducción que, desde un prisma casi antropológico, como acostumbra, escribe José Manuel Caballero Bonald, una de las cumbres de la literatura española del siglo XX. Las veinticuatro páginas del otro José Manuel, Gamboa, analizan a su forma –con ese estilo satírico de creación propia que perfectamente podía dar pie a una representación escénica- la influencia de Torre en el flamenco del pasado siglo y las divertidas contradicciones de especialistas, aficionados y autoridades. El análisis musicológico de las grabaciones, de manera exhaustiva, una por una, y por riguroso orden cronológico, corren por cuenta de Ramón Soler, ese forense de la lírica flamenca, que desmenuza verso a verso, y a veces vocablo a vocablo y nota a nota, el contenido y genealogía de cada cante. A no menor altura brilla el bisturí sin piedad de Norberto Torres, principal autoridad en el análisis del toque flamenco, que, paralelamente, a los comentarios de Soler en lo referente al cante, desentraña todas las claves de los acompañamientos, desde Juan Gandulla Habichuela hasta Javier Molina, pasando por Hijo de Salvador y Miguel Borrull. Quedan por mencionar los dos troncos fundamentales del libro: el apartado biográfico, a cargo de Carlos Martín Ballester, modélico en contenido y forma. Rehuyendo los estereotipos conocidos en torno al personaje y la anécdota recurrente sin fuente contrastada, su capítulo describe paso a paso la vida, actuaciones y grabaciones del cantaor jerezano, justificando todo ello con exhaustivo material fotográfico y documental que contextualiza la vida del cantaor jerezano en el devenir flamenco de su tiempo, aportando matices históricos, musicales y costumbristas de singualar valía. Y, por último, la presentación sonora de la obra de Torre: cuarenta y nueve cantes –muchos de ellos desconocidos hasta la fecha- que, eso sí, resulta recomendable escuchar con el libro abierto por la ficha de cada cante, ya que se nos ofrece la fotografía del disco, marca editora, fecha, datos técnicos y nombre del tocaor acompañante. La permanente vocación de catalogación y archivo, así como en el tratamiento del sonido del propio Martín Ballester y el trabajo técnico de Víctor Tomé, hacen que nos encontremos ante un Manuel Torre distinto, moderno y penetrante, con un resultado sonoro que hasta la fecha no conocíamos en anteriores ediciones. Todo lo expuesto, unido al imaginativo concepto del diseño que María Artigas viene imprimiendo a todas sus colaboraciones, de manera que ya son sello propio, contribuyen al singular acabado del volumen.

Como sintetizó Carlos en el acto de presentación en el Círculo, el principal objetivo de este volumen era el rescate ordenado y documentado de una obra discográfica, hasta ahora dispersa y con técnicas de reproducción que sensiblemente alteraban los matices musicales originales de la obra del cantaor jerezano, y por otro lado, ofrecer al público un retrato de su vida en base a testimonios probados relacionados con sus actuaciones, sus grabaciones, su relación con otros personajes de su tiempo, huyendo de tópicos acerca de su diáspora vital, a veces más cercanos a la leyenda que a la realidad.

José Manuel (Gamboa) intervino realizando una apasionada defensa del cante de Torre, del resultado de las grabaciones, del espíritu de la Colección y del hecho de que el aficionado no tiene que dejarse guiar por las modas pendulares de la flamencología –atención¡, qué gran valor cobra esto en boca de un investigador¡¡-, sino por el placer y el sentimiento que provocan en nosotros estos cantes.

Durante las explicaciones de Carlos y de Gamboa, tuvimos la oportunidad de comprobar en la pantalla, de manera gráfica, la estructura de la obra y de escuchar tres cantes correspondientes a tres momentos distintos de la discografía del autor:

la magistral versión de la malagueña de El Canario, un antológico cante por soleá con estilos de Alcalá y Cádiz, y esa obra maestra por seguiriyas de Curro Dulce Eran los días señalaítos de Santiago y Santa Ana…, uno de los cantes más versionados a través de la historia, con sus múltiples variantes en la letra –en lo que aquí no vamos a entrar-, desde Era un día señalao, que nos canta Torre, hasta dos días señalaítos, en versión de Mairena, pasando por el marchamo caracolero Y eran los días señalaítos hasta llegar al barroquismo polimétrico de El Pele: Y es que a mí me había dicho la gente que eran dos días señalaítos…,etc, etc.

José Mijita en el Círculo Flamenco de Madrid el 26/04/2018.

Y luego nos regaló por derecho José Mijita cuatro cantes llenos de gusto y verdad. Con Domingo Rubichi al toque, una de las guitarras más necesarias del flamenco actual, como llevamos tiempo insistiendo.

Quien es actualmente principal depositario de una estirpe que cuenta entre sus antecedentes familiares a Tío Chalao, Berenjeno o su propio padre Mijita, y con inconfundible eco manueltorrero en la voz, como ha dicho Gamboa con su habitual precisión, llenó la cueva del OFF de soníos negros. Alcalá y Jerez en los tercios soleareros del Paula, Frijones y La Serneta; versiones de Torre y Francisco la Perla con el cambio del abuelo Parrilla en la seguiriya; soniquete a tope de La Plazuela en la bulería –y sin palmeros¡¡, susurró Miguel París a mi lado-, y fandangos naturales con el famoso final de Manuel Torre Yo del nido la cogí…

Vámonos¡¡